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LECCIO?N XI
1.- "No juzgue?is para que no sea?is juzgados. Porque con el juicio con que juzga?is, sere?is juzgados, y con la medida con que medi?s, os sera? medido". Matt. 7:1,2.
2.- "Y pondra?s en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que este?n sobre el corazo?n de Aaro?n cuando entre delante de Jehova?; y llevara? siempre Aaro?n el juicio de los hijos.de Israel sobre su corazo?n delante de Jehova?". Exod. 28:30.
3.- Urim y Tumim (las Luces y las Perfecciones). Estos eran los si?mbolos sagrados (puestos en el pectoral del gran sacerdote, sobre su corazo?n) por medio de los cuales Dios da palabras de ora?culo para la gui?a de Su pueblo en asuntos temporales. Lo que eran, se desconoce; se introducen en E?xodo sin explicacio?n, como si fueran familiares a los israelitas de aquellos di?as. La egiptologi?a moderna nos da un indicio: dice que los sumos sacerdotes egipcios de todas las ciudades, que tambie?n eran los magistrados, usaban alrededor de sus cuellos una gema que llevaba por un lado la imagen de la Verdad, y por otro, la de la Justicia unas veces, y otras la de la Luz. Cuando el acusado era absuelto, el juez le extendi?a su imagen para que la besara. En el juicio final, Osiris lleva alrededor del cuello la joya de la Justicia y la Verdad. La versio?n de los Setenta, traduce Urim y Tumimpor "Luz y Verdad". Algunos eruditos creen que eran las doce piedras del pectoral; otros, que eran dos piedras adicionales escondidas en su pliegue. Josefo an?ade a e?stos, los dos botones sardo?nicos usados sobre los hombros, los que dice despedi?an rayos luminosos cuando la respuesta era favorable; pero la manera exacta en que los ora?culos se daban, se pierde en la obscuridad. (Glosario de reliquias bi?blicas).
4.- La ley, tal como la dio Moise?s, es para la gui?a del hombre en la evolucio?n de sus facultades. Las figuras, las personalidades y los si?mbolos, representan potencialidades desarrolladas y sin desarrollar, en varios niveles de conciencia. El sumo sacerdote representa al hombre espiritual, oficiando entre Dios y el hombre sensual. El pectoral en una armadura protege la parte ma?s vital: el corazo?n. El corazo?n es el amor, la conciencia afectiva en el hombre; pero puede estar sujeto a fuerzas debilitantes, a menos que este? balanceado por otro poder en el que haya discernimiento o juicio.
5.- El pectoral teni?a doce piedras preciosas, representando las doce tribus de Israel. Esto significa claramente que las doce facultades de la mente deben juntarse en el gran centro cerebral llamado "plexo solar". Esto significa que toda la inteligencia de las facultades del hombre, debe entrar en juego en los juicios finales de la mente. El Urim y el Tumim (las Luces y Perfecciones, y, bajo la simbologi?a? egipcia, "la Verdad y la Justicia") son los mandatos oraculares de la Mente Divina, que se expresan intuitivamente como consecuencia lo?gica de los divinos principios de verdad y justicia.
6.- El metafi?sico moderno interpretara? que todo esto significa la omnipresencia de la Mente Divina en su idea perfecta: Cristo. La Verdad esta? preparada en todo momento, para dar dicta?menes y justicia. De la misma manera que Dios es amor, tambie?n es justicia. Estas cualidades esta?n unidas en la Mente Divina, pero a menudo se manifiestan en la conciencia del hombre, separadas. Es a trave?s de la Mente Cri?stica en el corazo?n, que se unifican. Cuando la justicia y el amor se encuentran en el centro del corazo?n, hay balance, equilibrio y rectitud. Cuando el juicio se divorcia del amor, y trabaja so?lo desde la razo?n, surge el clamor humano por justicia. En su juicio meramente humano, el hombre es duro y cruel; dispensa castigo sin considerar los motivos o las causas, y la justicia se desbanda.
7.- El buen juicio, igual que las otras facultades de la mente, surge del Principio. Se expresa en su perfeccio?n a trave?s de la mente del hombre, sin restringir ninguna de sus relaciones absolutas. El hombre posee el concepto correcto de juicio y los jueces de nuestras cortes tienen, en el plano ideal, el discernimiento imparcial y sin prejuicios que siempre ha existido en lo Absoluto. Un juez prejuiciado es abominable, y un juez que se deja mover por sus simpati?as, no se puede considerar seguro.
8.- El metafi?sico encuentra que es necesario colocar su juicio en lo Absoluto, para demostrar su poder supremo. Esto se logra, en primer lugar, cuando se declara que el juicio de uno es espiritual y no material; que su origen esta? en Dios; que sus conclusiones esta?n basadas en la Verdad, y que esta?n totalmente libres de prejuicio, falsas simpati?as o ignorancia personal. Esto da un centro de trabajo desde el cual el ego, o YO SOY, comienza a poner en orden su propio mundo de pensamientos. El ha?bito de juzgar a los dema?s, au?n en los ma?s insignificantes detalles de la vida cotidiana, debe descontinuarse. "No juzgue?is para que no sea?is juzgados", dijo Jesu?s. La ley del juicio trabaja en multitud de direcciones, y si no la observamos en las cosas pequen?as, no podremos observarla en las grandes.
9.- Juzgar desde el plano personal lleva a la condenacio?n, y e?sta siempre va seguida por la adjudicacio?n de una penalidad. Vemos faltas en los dema?s y los juzgamos, sin considerar los motivos o circunstancias. Nuestro juicio es a menudo parcial y prejuiciado y, sin embargo, no dudamos en pensar en alguna forma de castigo para el culpable. El puede ser o no culpable; la decisio?n en cuanto a su culpabilidad o inocencia descansa en la ley divina, y no tenemos derecho a pronunciar juicios. En nuestra ignorancia creamos fuerzas pensantes que reaccionara?n contra nosotros. "Porque con el juicio con que juzga?is, sere?is juzgados, y con la medida con que medi?s, os sera? medido". Cualquier pensamiento que envi?es afuera regresara? de nuevo a ti. Esta es una ley de accio?n del pensamiento que es inmutable. Un hombre puede ser justo en todas sus transacciones, pero si condena a los dema?s por sus injusticias, esa accio?n del pensamiento le traera? condiciones injustas; por tanto, no es aconsejable juzgar, a menos que sea en lo Absoluto. Jesu?s dijo que El no juzgaba a ningu?n hombre por Su cuenta, sino en el Padre; esto es, El juzgaba en el Principio. Esta es la posicio?n que todo el mundo deberi?a tomar: confiar a lo Absoluto el juicio acerca de los dema?s. Cuando esto se hace, la tendencia a condenar va disminuyendo cada vez ma?s, hasta que el hombre, viendo a su semejante como Dios lo ve, le deja en manos de lo Absoluto en todos los casos en que parezca injusto.
10.- El di?a del gran juicio de las Escrituras, indica un momento de separacio?n entre lo verdadero y lo falso. No hay prueba de que sea cierta la creencia de que Dios envi?a al hombre a un castigo perpetuo. Inte?rpretes modernos de las Escrituras dicen que el "infierno de fuego" a que se refiere Jesu?s, significa simplemente un estadp en el cual tiene lugar la purificacio?n.
11.- La palabra "Infierno" no se ha traducido con la claridad suficiente como para representar los diversos significados que la palabra teni?a en el lenguaje original. Hay tres palabras de las que se deriva "infierno": Seol, "el estado invisible"; Hades, "el mundo invisible", y Gehena, "valle de Hinom". Estas se usan en diversas relaciones, casi todas ellas alego?ricas. En un sermo?n, el archidia?cono Farrar dijo: "Las ensen?anzas acerca del infierno seri?an apropiadas, si calmada y deliberadamente borra?semos de nuestras Biblias estas tres palabras: 'condenacio?n', 'infierno' y 'eterno'. Yo digo (digo sin vacilar, reclamando el derecho a hablar con la autoridad que da el conocimiento) que ninguna de esas palabras deberi?an permanecer en nuestra Biblia porque, la presente acepcio?n que tenemos de ellas, se debe a traducciones erro?neas". Esto corrobora la interpretacio?n metafi?sica de las Escrituras, y sustenta la verdad de que el infierno es una meta?fora que representa un estado correctivo de la mente. Cuando el error ha llegado a su li?mite, la ley retroactiva hace valer sus derechos, y el juicio, siendo parte de esa ley, trae la sancio?n al transgresor. Esa sancio?n no es castigo sino disciplina, y si el transgresor es obediente y esta? verdaderamente arrepentido, es perdonado en la Verdad.
12.- Bajo nuestra ley civil, los criminales son confinados en las penitenciari?as donde se trata de que se les inculque el orden, ha?bitos regulares y laboriosidad para que, lo que parece castigo, pueda llegar a ser algo educativo. Dondequiera los hombres esta?n clamando por me?todos educativos ma?s amplios en nuestras prisiones, y esta demanda es un reconocimiento de la necesidad de purificacio?n a trave?s de la disciplina y el entrenamiento moral. Este proceso de purificacio?n es la sancio?n ensen?ada por Jesu?s (el juicio sobre los pecadores) el "infierno de fuego". Cuando se recibe con espi?ritu abierto, este fuego quema la escoria del cara?cter, y purifica la mente y el cuerpo.
13.- Los metafi?sicos han descubierto que hay una cierta relacio?n entre las funciones y o?rganos del cuerpo, y las ideas en la mente. El hi?gado parece estar conectado con la discriminacio?n mental y siempre que el hombre se muestra activo juzgando a los dema?s, especialmente si la condenacio?n forma parte del cuadro, hay deso?rdenes de alguna clase en esa parte del organismo. El ha?bito de juzgar a los dema?s con severidad, y de imaginar mentalmente cua?l deberi?a ser su castigo, hace que el hi?gado se embote y cese su funcio?n natural; como consecuencia, la tez se vuelve amarillenta. "Ahora, pues, ninguna condenacio?n hay para los que esta?n en Cristo Jesu?s, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espi?ritu". Si se mantiene esta afirmacio?n en la mente y se la pone en accio?n tanto en pensamiento como en obra, curara? esa clase de enfermedad del hi?gado. Otra forma de pensamiento relacionada con el juicio, es la vacilacio?n de la mente que nunca parece saber con seguridad lo que debe hacer: "El hombre vacilante, inestable en todos sus caminos". Debe haber unidad de mente y lealtad a las ideas verdaderas. Todo el mundo debe tener ideas definidas acerca de lo que es justo y correcto, y ser fiel a ellas. Esto estimula la accio?n del hi?gado y a menudo proporciona buena salud a la llamada gente mala, porque ella no se auto-condena. La condenacio?n en cualquiera de sus formas, retarda la libertad de accio?n de la facultad discerniente. Cuando sentimos culpa y condenacio?n con relacio?n a nosotros mismos, las energi?as naturales de la mente se debilitan, y todo el cuerpo se vuelve inerte.
14.- El remedio para todo lo que parece injusto, es negarse a condenar a los dema?s, o a uno mismo, y afirmar el gran Espi?ritu universal de justicia, a trave?s del cual todas las condiciones desiguales o injustas, se ajustan finalmente.
15.- Al observar las condiciones existentes en el mundo, el hombre justo deseari?a corregirlas de acuerdo con lo que e?l percibe es la ley de justicia. A menos que tal persona posea comprensio?n espiritual, es muy probable que se acarree deso?rdenes fi?sicos, en sus esfuerzos por reformar a los dema?s. Si sus sentimientos llegan al punto de la "justa indignacio?n", y le "hierve la sangre" debido a los males del mundo, consumira? los corpu?sculos de su propia sangre. Para tal condicio?n mental, Jesu?s dio el siguiente tratamiento: "Porque el Padre a nadie juzga sino que todo el juicio dio al Hijo". Este Hijo es el Cristo, el cosmos universal; a su imparcialidad debe el hombre confiar la justicia que desea traer a los asuntos humanos. Pon todas las cargas del mundo sobre el u?nico Juez supremo, y manten todo hombre y toda situacio?n en la cual los hombres este?n envueltos, bajo la ley de Dios. Al hacer esto, pondra?s en accio?n las poderosas y trascendentes fuerzas de la mente.
16.- Si crees que eres injustamente tratado por tus amigos, tus empleados, tu gobierno, o por aque?llos con quienes tienes negocios, declara simplemente la actividad de la Mente todopoderosa, y pondra?s en accio?n fuerzas mentales que encontrara?n expresio?n en los que ejecutan la ley. Es e?sta la ma?s duradera reforma a la cual el hombre puede dedicarse. Es mucho ma?s efectiva que la legislacio?n o que cualquier intento de controlar a los hombres injustos, por medios humanos.
17.- Los celos son una forma de prejuicio mental que ciega el juicio e impulsa a uno a actuar sin pesar las consecuencias. Este estado mental hace que el hi?gado actu?e un di?a violentamente, y este? torpe el siguiente, teniendo, finalmente, como consecuencia un "ojo icte?rico" y la piel amarillenta. Cuando hablamos de alguien "cegado por los celos" o "cegado por los prejuicios", no queremos decir que los ojos fi?sicos han quedado ciegos, sino que la comprensio?n se ha obscurecido. Cualquier cosa que obscurezca la comprensio?n, interfiere de alguna manera con el proceso de purificacio?n del organismo, congestionando los li?quidos y pigmentos y, como consecuencia, obscureciendo la piel.
18.- El remedio para todo esto es la remocio?n de ese juicio desfavorable que provoca los celos, y el confiar completamente en la gran justicia de Dios que todo lo ajusta. En esto debe haber una confianza activa, que es una forma de oracio?n. Los elementos perturbadores que entran en la vida de uno, deben ser colocados, definitivamente, en las manos de Dios. Esto es mucho ma?s que la mera confianza dudosa o la expectacio?n negativa de que las cosas se mejorara?n. Se deberi?a apelar y orar al Espi?ritu de justicia con la persistencia de un Elias o de la mujer pagana, cuya inoportunidad fue? recompensada. Cuando el metafi?sico se sienta al lado de su paciente con los ojos cerrados, no duerme sino que esta? bien despierto a la realidad y visibilidad mental de las fuerzas que entran en el cuerpo y crean sus condiciones. Esta actividad espiritual es necesaria para demostrar la ley.
19.- El e?xito en el mundo depende, en gran medida, del juicio recto. Se le pregunto? una vez a un prominente hombre de negocios cua?l era la cualidad mental que consideraba ma?s valiosa en un empleado, y contesto?: "El buen juicio". Dondequiera hay hombres de negocios buscando gentes que tengan buen juicio y que puedan tomar decisiones ra?pidas, sin pensarlo. Hace an?os un tren de pasajeros se destrozo? cerca de un pueblo de Tejas. El agente de estacio?n de la pequen?a poblacio?n, mostro? su buen juicio al arreglar las indemnizaciones de los heridos, justo en ese momento. Lo hizo sin autorizacio?n de la oficina principal, pero mostro? tan excelente juicio que su habilidad fue reconocida, y fue ra?pidamente ascendido hasta que llego? a presidente de uno de los sistemas ferroviarios ma?s grandes de los Estados Unidos.
20.- Al aclarar tu entendimiento y reconocer la suprema Mente u?nica en la que se halla todo discernimiento, puedes cultivar la habilidad de tu mente para llegar ra?pidamente a conclusiones correctas. Declara que es herencia de Dios el juzgar sabia y ra?pidamente, y no te apartes de eso a pesar de las declaraciones de ineficiencia en materia de juicios. Cuando este?s en duda acerca de lo que debes hacer para lograr justicia en los asuntos del mundo, pide que el eterno Espi?ritu de justicia se manifieste en tu favor, y te manifieste y restaure aquello que es verdaderamente tuyo. No pidas por nada que no sea verdaderamente tuyo bajo la ley de justicia. Algunas personas, inconscientemente, se propasan en sus deseos por posesiones. Cuando ponen el asunto en manos del Espi?ritu, y las cosas no resultan de la manera que habi?an esperado egoi?stamente, se decepcionan y se rebelan. Esto no estara? bajo la ley espiritual que requiere que el hombre se satisfaga con la justicia, y acepte los resultados, cualesquiera que e?stos sean. "Hay una divinidad que da forma a nuestros propo?sitos"; con ella puede cooperar aque?l que crea en las cosas espirituales, y e?l sera?, por tanto, pro?spero y feliz.
DECLARACIONES PARA OBTENER JUICIO Y JUSTICIA
(Para usarse con la leccio?n unde?cima)
- "Ense?n?ame, oh Jehova?, tu camino, y gui?ame por senda de rectitud".
- La rectitud de la ley divina, esta? activa en todos mis asuntos, y estoy protegido.
- "Estad, pues, firmes, cen?idos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de la justicia.
- "Encaminara? a los humildes por el juicio".
- "Misericordia y juicio cantare?".
- Mi juicio es justo, porque busco, no mi voluntad, sino la del Padre.
- "No juzque?is, para que No sea?is juzgados".
- "He aqui? ahora, si yo expusiere mi causa, se? que
- sere? justificado.
- Creo en la ley de justicia divina, y confi?o en ella para que sean justas todas las transacciones de mi vida.
- "Ahora, pues, ninguna condenacio?n hay para los que esta?n en Cristo Jesu?s.
- Nunca ma?s condeno, critico, censuro o encuentro faltas en los dema?s; tampoco me rebajo o me condeno a mi? mismo.